Inicié la práctica de la oración mental el 15 de octubre del año pasado. Todo empezó por el vídeo. En él se dice: "¿Quieres sacarle provecho a Dios?" Y yo quería aprovecharme de Él, pero el mayor provecho me lo sacó Él a mí. Gracias de todo corazón, mil gracias, que Dios le bendiga.
Mi hija tenía un problema de vejiga grande con incontinencia urinaria. Se le hicieron estudios: los riñones estaban sanos. Sus conductos, en cambio, corrían peligro. Había que operar con un especialista de prestigio. Pruebas y varios exámenes muy caros; así que me pongo a hacer oración mental para conseguir dinero. Contacté por el canal de YouTube. La operación de mi hija también suponía un desembolso muy costoso y yo, en ese tiempo, no tenía aporte económico. Es mi única hija y estaba preocupadísimo. Yo, además, vivía en unión libre. Vi el video suyo y, haciendo hora y media de oración mental diaria, comencé a ver cambios económicos importantes: deudas fortísimas que conseguía pagar por fin. Bienestar en mi pareja que, habitualmente, estaba de los nervios. Además, algunos problemas médicos que ella padecía, se le curaron. Por mi parte, comienzo a tener una comprensión más clara de los evangelios y de Dios. De pronto, vi en la oración mental que debía abandonar las películas para adultos, Tik Tok e Instagram subido de tono. También caricaturas, etcétera.
Pido por escrito en la oración a Dios apoyo económico y me lo comienza a dar. Después, le hacen un segundo examen a mi hija y sigue enferma. Me sentí muy triste, porque mis oraciones no habían llegado lo suficientemente alto. Además, el maligno no me dejaba en paz en la oración mental, para que la abandonara. Y a decirme que jamás Dios me perdonaría por los pecados que había cometido; pero me agarro fuerte a la oración. Comprobé, como dice usted, la grandeza de su poder. Comienzo a pedirle en mi libreta por mi hija con más fuerza, y le comento a mi hija que le pida a Dios que la cure. En cada momento que ella jugaba le decía: invita a Jesús a jugar contigo y pídele que te cure. Cuando me dan el segundo diagnóstico, que es malo, le pedí por intercesión de la Virgen a Jesús, por medio de la oración mental, que me ayudara, si esa era su voluntad. Y si no, que la operaran bien. Desde diciembre hasta hoy no ha tenido ningún síntoma de nada, como si la enfermedad se hubiera esfumado por arte de magia. Estoy tan agradecido al Señor por su bondad por su amor, que me he planteado no pecar y llevar a cabo el pacto entre nosotros, que era casarme este año. Y hacer lo que Él me pidiera, para que le pudiera servir. Eso fue lo primero que le pedí, que me ayudara a casarme, y se va a cumplir. Sentía a Dios vivo fuera de mí, desde la brisa hasta en un indigente. Algo que he tratado de hacer siempre desde que hago oración mental es lo que Dios me pidió: ir a misa a diario y hacer antes la oración mental. En el pacto también se incluía pedir por las ánimas del Purgatorio cada día en la libreta de mi oración mental. Me animaba a pedir por personas diferentes: sacerdotes, ateos, brujos. En muchas oraciones mentales me decía cosas muy lindas: en una le interrumpí comentándole lo bello que hizo mi mundo, los seres humanos, el sol, las estrellas, los árboles y yo sentí que Él se callaba, para que le siguiera hablando y alabando su creación. A Él le encanta que le digas cosas así. Se pone muy contento cuando le dices lo maravillosa que es su creación, pues ya nadie le da las gracias por eso.
La semana pasada, por medio de la oración mental, me mandó ir a la adoración nocturna del Santísimo en mi Parroquia. Al llegar allí, me dicen los encargados que necesitaban varones, pues ya son muy pocos los que hacen oración nocturna. Siento que quiere que lo alabe y que le ame en oración para que le ayude a salvar almas. Siento que esa es mi vocación, pues me ha puesto en el camino, los medios para hacerlo.
Respecto a cómo conseguir que los hijos y sobrinos y también hermanos hagan oración mental, os voy a decir el secreto:
Lo primero es conseguir que diariamente salga alguna de esas personas en tu libreta de oración porque le has contado a Dios tu deseo. Lo segundo es estar atenta a la respuesta que te hace Dios a esa preocupación, para poderle obedecer. Lo tercero, aprovecha siempre tus oportunidades cuando te quedes a solas con alguno de ellos: cuéntales tú algún problema que tengas y espera ansiosamente a que te cuenten esas personas su problemón y punto en ese momento diles: "Eso te sucede porque no haces oración mental o porque no quieres oír a Dios; yo te enseñaré". A continuación, saca un papel y bolígrafo y ponte a hacer oración mental junto a él, escribiendo una pregunta que lleves y a continuación la respuesta divina; todo eso delante de esa persona. Dile también que, si hace esto diariamente, no menos de media hora, y se compromete a continuar haciéndolo de por vida cuando el Señor haya resuelto su sufrimiento, encontrará solución al problemón. Siempre que se hace todo esto, el Señor, a mis amigos, les ha concedido el 100% de las veces, la solución de sus dificultades, incluidas curaciones. Se nota mucho que Jesús necesita ardientemente que la gente le oiga.
Cuando llegué de director nuevo a un centro del Opus Dei de España, me dijeron que llevaban ocho años sin que nadie pidiese la admisión a la Obra en ese centro. Decidí hablar a solas con los 42 supernumerarios del centro para ver el porqué. Hacían lectura meditada y con muy poco fruto. Les expliqué cómo orar de este modo. Sólo 16 supernumerarios, al cabo de 2 meses, recordaban algo de lo que les dije. Y nada más que dos lo habían practicado llegando a escribir. ¡Ese mismo año pidió la admisión un amigo de cada uno de esos dos! Posteriormente, esos que escribieron, aprendieron a orar también y trajeron a otros amigos que también pidieron la admisión y así sucesivamente. En unos años... ¡Más de medio centenar de admisiones! y todas gracias a dejar de hacer lecturas meditadas y comenzar a oír al Señor con seguridad.
La semana pasada se nos rompió la vitrocerámica y no podíamos cocinar. Fui a por una vitro al centro comercial, pero, una vez allí, me decidí a explicárselo primero al Señor en la oración mental y hacer lo que me dijera antes de comprar nada. Salí del centro sin comprar nada.
Esa tarde le pregunté al Señor en la oración y lo que me vino fue: "Desmonta la vitro. Verás una conexión defectuosa. La reparas y funcionará muy bien". He puesto literalmente lo que me vino y exactamente como lo tengo apuntado en la libreta.
Esa misma tarde, desmonté la vitro en casa. Anduve buscando esa "conexión defectuosa" y pedí ayuda al Espíritu Santo para que encontrara lo que estaba mal. Al cabo de unos minutos de mirar, vi que había dos condensadores hinchados. Al verlos pensé que ése podía ser el fallo. No tenía ni idea de condensadores y miré en el buscador y vi una imagen de un condensador defectuoso hinchado como los de nuestra vitro. Identificado el posible error, e informado por Internet, tomé nota de los microfaradios y del voltaje de los condensadores hinchados de la placa y me fui andando a la tienda de electrónica que hay cerca de casa. Caminaba alabando al Señor. Compré los dos condensadores (unos cuarenta céntimos de euro) y compré un soldador de estaño. Volví a casa; desoldé los condensadores hinchados y soldé los nuevos con la indicación que me dio el de la tienda relativa a la polaridad. Lo volví a montar todo y la vitro ya vuelve a funcionar. He de decir que en mi vida he desmontado ningún electrodoméstico para hacerle una reparación en su electrónica. Eso es un milagro del Señor.
Mi jefe me pidió un informe sobre el mal funcionamiento de un embalse de agua que un señor había denunciado. Yo me asusté, porque mi jefe se desanimó tras muchas horas de leer leyes y delegó en mí. La legislación estaba contenida en dos libros enormes: uno de nivel nacional de 200 hojas y el otro de nivel local de 300. Entonces, como el Señor me había pedido que, durante el trabajo, orase mentalmente justo antes durante 15 minutos, así lo hice. Y, nada más terminar ese cuarto de hora, abrí el primer libro y encontré rápidamente una cláusula legal que daba solución a parte del problema. Después abrí el segundo libro aleatoriamente y encontré enseguida una segunda cláusula que solucionaba totalmente el resto del problema. Redacté el informe en 10 minutos y lo enseñé a mi jefe. Mi jefe se sorprendió tanto de la rapidez y calidad del informe que me felicitó efusivamente.
Una situación familiar en la cual mi esposa se molestó muchísimo con una persona empleada que nos ayuda en casa. Yo traté de mediar en ello y las cosas se pusieron peor. Ante ese panorama y sin ver una posible solución, recurrí a la oración mental de manera inmediata y le pedí a Jesús que me ayudara hablando con mi esposa para que recapacitara y solucionar la situación. Tuve como respuesta “Andrés regresa a la casa y sigue tu día normal, deja en mis manos tu preocupación que yo me encargo de ella. Reza el rosario y regresa a casa.” Así lo hice, recé el Rosario y cuando terminé de hacerlo, mi esposa tuvo un cambio asombroso. Me dijo que era necesario revisar las condiciones de trabajo de la empleada y que ella iba a hacer un cambio en el contrato para que todo fuera mejor. En unas horas todo cambió para mejorar y se ha mantenido hasta el día de hoy.
Hace unos meses cometí un error financiero que me salió caro. Este error hizo que mi flujo de caja se viera fuertemente afectado y por ende tuve que ajustar mi ingreso de manera que pudiera cubrir las necesidades de casa. A pesar de ello, en ese mes de julio necesitaba una suma importante para pagar el semestre de la universidad de mi hijo y no me alcanzaba para el pago total. Lo llevé a la oración mental y tuve como respuesta varias tareas que debía hacer para recibir la ayuda, es decir, someterme a la voluntad de nuestro Señor. ¿Qué cosas debía hacer?, cosas simples que normalmente no nos dan ganas de hacerlas: ir a Misa, comulgar, confesión y penitencia. Eso se repetía de forma seguida en cada oración que hacía. Lo hice sin pensarlo dos veces, pero el tiempo pasaba y la fecha límite de pago se acercaba y no sabía qué hacer. Faltando unos pocos días le pregunté al Señor qué podía hacer porque todas las opciones que había buscado no resultaron. La respuesta fue algo que ya me había dicho antes y no lo hice, entonces me lo dijo con mucha fuerza “ya te dije que era lo que tenías que hacer, ve y hazlo que yo te acompañaré”. Lo que me había pedio era que saliera a la calle a buscar que ÉL me indicara el camino. Lo hice y llegué a una entidad financiera, entré, estaba muy llena y la hora de cierre era casi inminente. Se me acercó una persona que resultó ser la gerente de operaciones, me dijo que yo necesitaba ayuda y me llevó a su oficina. Allí revisó mi caso y me hizo una oferta de ayuda de reestructuración financiera y al final salí de allí con un cheque de gerencia para pagar el semestre de mi hijo al día siguiente. Literalmente lloré de la emoción y de la forma como el Señor nos lleva de la mano si hacemos caso a lo que nos pide.
De los 9 matrimonios separados que han recurrido a mí para solucionar sus problemas (habitualmente yo hablo sólo con el marido), el único que no consiguió recuperar a su esposa fue un hombre que empezó muy bien, pero que abandonó los 60 minutos de oración mental diaria a los dos meses y medio. "Tenía mucho trabajo", me decía que no "tenía fuerzas" para orar por escrito al final del día. Si no reducimos el tiempo diario de diálogo y le damos prioridad al Señor, Él también nos dará prioridad.
Comencé a orar hace solo un año, con 4 hijos, y llevando 22 años casada con el mismo hombre. En un país del centro de Europa. Mi esposo no es católico y me engañaba con una mujer 20 años menor. Aprendí a hacer oración con el podcast enviado por mi hermano. Inicialmente irregular en la oración mental, pero conseguí un sí de mi marido a pasar las vacaciones juntos. Allí no hice la oración mental diaria y, al regresar, él volvió con la querida y decidió irse a vivir con ella. Finalmente, con la ausencia del marido en casa, la hice regularmente durante 1 mes. Tengo la gran suerte de que, a 10 minutos de mi casa y desde hace una semana, hay adoración perpetua. Me apunté de suplente. Estoy yendo en cada momento libre y aprovecho para hacer oración mental. El Domingo estuve varias horas orando también. Llevaba ya 2 semanas con mucha tristeza; había llorado mucho y todo se lo ofrecía a mi Señor. Cuando se fue mi esposo a vivir a casa de la querida, me quitó un montón de trabajo. Así que he tenido más tiempo: lo aprovecho para hablar con Dios. Durante la oración mental Dios me dijo: “Para que tu esposo deje a su amante, os tenéis que mudar a otra ciudad”. Así que le propuse a mi esposo irnos a vivir a otro país. Se quedó en shock, pero no me dijo nada. Hace unos días me contó que había estado trabajando fuera y me preguntó si me gustaría que nos mudásemos en verano a esa ciudad, que es justo cuando nuestro hijo mayor acaba el bachillerato. Incluso me ha mandado opciones de casa. También vio a qué escuela y club deportivo irían nuestros hijos. Gloria a Dios que escucha mi oración.
Me pongo a arreglar un sanitario y no lo consigo de ninguna de las maneras. Una tuerca de difícil acceso está durísima. Me recojo. Acudo a su misericordia. Manifiesto mi confianza y le pido ayuda al Señor. Un segundo después la tuerca gira. Y como esa un montón. Te encanta Señor que te pida ayuda para lo ordinario. ¡Gracias Señor!
Estoy casada, tengo tres hijos, y un buen trabajo que me da mucho dinero y tranquilidad externa. Pero no era feliz. Esperé que la oración mental me ayudara a serlo. Un mes más tarde sigo haciendo mi oración mental y ya voy notando sus frutos. Uno de ellos es la paz interior que voy encontrando, otro que cuando le pido algo con intensidad y recogimiento sucede. Me siento más amada y más tranquila. También fui a confesarme que hacía mucho tiempo que no lo hacía. Estoy muy agradecida.
"¿Por qué no repasas las cosas que te he dicho en el pasado? Obtendrías muchísimo fruto". Por eso, escribir en un móvil si se hace con facilidad, o bien en una tablet tiene ventajas para encontrar esas frases divinas sobre un tema concreto que tanto aciertan y cuya obediencia tanto agrada a Dios.
Una mañana al ir a mi vehículo descubrí que perdía aceite. En ese instante me agobié mucho porque era un mal momento para mi si tenía que afrontar una factura de taller. Además, una pérdida de aceite pudiera ser algo caro de reparar. Y pensé en llevarlo a mi oración. Lo escribí en mi cuaderno y anoté como respuesta "No te preocupes, no es nada grave. Llévalo al taller para que quede solucionado." Me pareció difícil de creer, pero confié y obedecí. El mecánico aceptó mirarlo un momento, lo subió en el elevador y encontró el problema. La junta de cobre del tapón del carter no cerraba bien. La junta cuesta apenas unos céntimos. Me puso una nueva, no me cobró nada y problema resuelto. ¡Gracias Señor por estas ayudas que nos das, hasta en lo más básico!
En mi familia, todos nos hemos apuntado a hacer la oración siguiendo estas pautas. Ocurrió una anécdota bonita. A mí, me vino en la oración que comprara un servidor y que los ordenadores que iba a sustituir, se los pasara a mi hermano. Me llamó diciendo que iba a venir de viaje y pasaría a vernos. Cuando llegó, le di todos los equipos. Al irse, me dijo que en su cuaderno de oración salía que al llegar, "recibiría un regalo"... Me lo dijo cuando se estaba yendo, ja ja. ¡Es como si el Corazón de Señor fuera un "HUB" al cual estamos todos conectados!
Tenía un problema con el estado de impuestos de una empresa de mi familia; pero ellos no quisieron acompañarme en la solución del problema. Únicamente había dos opciones: pagar o cárcel. Y la cárcel podía ser de hasta 12 años. Un amigo, que era abogado penalista, en un retiro de Emaús me dijo que me ayudaría a llevar el caso; aunque que no viera otra salida. Un día en la oración con el cuaderno, el Señor me dijo que hablara con el abogado y que le pidiera que no moviera más el caso; que esperáramos. Y la decisión mía fue clara por la oración: dejarlo quieto. Pasado un tiempo, me llamó el abogado y me dijo que los plazos habían vencido y que el caso se cerraba. El fiscal no podía creer que la entidad dejara vencer este proceso dejándome a mí libre de culpa.
Llevo haciendo la oración escrita durante ya un tiempo y cuando leía los favores de las personas, pensé que el Señor iba a solucionar todos mis problemas; especialmente los económicos. No obstante, lo más grande ha sido que me ha iluminado para guiar almas, para crecer espiritualmente y para vivir el hoy. Hago oración y el Señor me guía espiritualmente y cuando hablo con el sacerdote o con la persona que me guía en la dirección espiritual del Opus Dei, me sale el mismo tema que traté con Dios en la oración o cuando hablo con alguien, al final me pregunta que cómo he logrado decirle cosas suyas tan íntimas.
Mi matrimonio llevaba años mal y en mi casa me decían que la oración escrita era un invento en mi cabeza. Tras muchos problemas con mi esposa, dejé escrito todo lo que yo pensaba y todo lo que me decía Dios en la oración sobre ello. Un día, mi esposa leyó (accidental o providencialmente) algunos de mis escritos, y entre llantos, quejas y reclamos, el hecho terminó solucionando muchos de nuestros conflictos. Nuestra relación ha mejorado mucho en el cariño, la convivencia y la comunicación. Es más, ella me cuestionaba un poco tanta actividad espiritual o la Misa semanal y ahora, si me ve flojo me empuja, me lleva, me despierta; para que no deje de hacer mi oración.
En el cuaderno de oración, el Señor me ha pedido magnanimidad. Que haga actividades para amigos, que les ayude a no soltar su fe, a crecer y dejar una semilla. En oración me inspiró un nombre para realizar unos encuentros o mini retiros. Pedí a algunos amigos que me apoyaran y el único que quiso cambiar el nombre al retiro no pudo ir. Los otros, que apoyaron todo, con oración y humildad, dieron un servicio espectacular y las actividades salieron fantásticas y con muchos frutos.
El Señor me ha hablado mucho en la oración de encomendarme a mi Ángel de la Guarda y de acudir al Ángel de la Guarda de los demás. A veces, me siento un poco “loco” pero es impresionante su ayuda. Hay que cogerles mucho amor, tratarlos y hablarles. He acudido a ellos para que se muevan documentos; para que reuniones salgan bien; para encontrar aparcamiento; para vencer en la lucha interna… Es un gran amigo en silencio, esperando a que le pidamos.
A veces, en el trabajo me surge un problema y ahí mismo siento: “Tranquilo, ve a la oración”. El otro día, hice un pago equivocado en la empresa (soy el encargado de los pagos) y la persona a la que envié el dinero no quería devolverlo. Confié en lo que me iluminó el Señor y acudí a la intercesión del beato Álvaro del Portillo. Todos hablaban de poner abogados, de dar por perdido ese dinero o del riesgo de que me despidieran. Pero al final, sin abogados y siguiendo lo que me salía en el cuaderno de oración, en diez días esa persona me devolvió todo el dinero, quedando solucionado el grave problema.
El Señor a veces me explica cosas en la oración escrita. No deja de sorprenderme cuando una vez recogido interiormente, siento que soy simplemente un instrumento suyo al escribir; siendo Él quien dicta en mi intelecto. Y salen frases que dan mucho de sí y que me impresionan por la sabiduría y profundidad que contienen. Hace poco, le pregunté el motivo por el que algunas instituciones católicas parecen ir perdidas en su finalidad apostólica, educativa o de gobierno. El Señor me dijo que el buen gobierno requiere de mucha humildad y que la humildad hunde sus raíces en la oración. Dios guía de forma muy efectiva en la oración y el hombre sin oración bien hecha, pierde el norte porque no va de la mano de Dios. "Es un velero que enfrenta olas, pero va sin rumbo. Desgraciadamente, muchas instituciones están hoy gobernadas por personas así. Enfrentan olas; pero van sin rumbo". Es muy necesario enseñar a orar, pero a orar bien, aprendiendo a escuchar a Dios y queriendo cumplir su Voluntad. La oración escrita es una gran ayuda para orar bien, mantiene el recogimiento interior y evita que olvidemos cosas importantes.
Es lo que más teme el demonio. Porque alma que persevera en la oración está salvada,
lo que no puede decirse de los otros ejercicios de piedad.
(Santa Teresa de Ávila. Diálogo Núm. 245)