Cómo hacer oración

Sin Mí, no podéis nada (Jn 15,5)

El Señor se vuelca con aquellos que hacen oración
mental. Por este motivo, si te comprometes
con Él a escucharle diariamente en la oración, te ayudará de
modo especial en todo aquello que necesitas.

San Mateo 6

"Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará."

Salmos 145:18

"El Señor está cerca de quienes lo invocan, de quienes lo invocan en verdad."

Jeremías 33:3

"Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes."

¿Qué dicen los santos sobre la oración?

San Josemaría Escrivá
San Josemaría Escrivá
S. XX

¿Santo, sin oración?... —No creo en esa santidad.

Santa Faustina Kowalska
Santa Faustina Kowalska
S. XX

Cada gracia viene a través de la oración.

San Agustín de Hipona
San Agustín de Hipona
SS. IV - V

Sabe bien vivir quien sabe bien orar.

Santa Edith Stein
Santa Edith Stein
S. XX

En el diálogo amoroso de un alma con Dios germinan
los grandes acontecimientos que cambian el rumbo de la
historia.

San Francisco de Asís
San Francisco de Asís
S. XIII

La oración es un verdadero descanso.

Santa Teresita
Santa Teresita del Niño Jesús
S. XIX

¡Qué grande es el poder de la oración! Se diría que es una
reina que en todo momento tiene acceso directo al rey y
puede conseguir todo lo que le pide.

San Pío de Pietrelcina
San Pío de Pietrelcina
S. XX

Cuando se hace bien, la oración conmueve el corazón de
Dios y le invita, siempre más, a acoger nuestras súplicas.

Santa Teresa de Jesús
Santa Teresa de Jesús
S. XVI

Quien no hace oración no necesita demonio que le tiente.

Pasos para orar correctamente

Practica estos cuatro puntos durante no menos de 15 minutos cada día (como dijo santa Teresa de Jesús); preferiblemente antes de ir a trabajar. Se puede hacer en casa, pero lo ideal es delante de un sagrario o con el Santísimo expuesto a la vista.

1

Recogimiento de la mente

No se trata de rechazar distracciones sino de calmar pasiones, en es­pecial cuatro: ALEGRÍA, TRISTEZA, ANHELO Y TEMOR. Durante alrededor de 1 minuto, intentar descubrir si tu alma se encuentra en alguno de esos cuatro es­tados. Al detectarlo, es muy útil decirle interiormente a Dios: "Señor, yo solo no puedo: confío en que me vas a cal­mar esta pasión (por ejemplo, tristeza) por tu gran Mi­sericordia, aunque yo no lo merezca". También es muy útil esta jaculatoria: "Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros, en Ti confío" enseñada por el Señor a santa Faustina Kowalska (Diario n.187). Notarás una gran calma después de repetir alguna de estas ora­ciones tras cada una de tus pasiones. En este momento, y si cumples los nn. 2 y 3, podrás confiar en tu mente.
2

Recogimiento de la voluntad

Desear cumplir la Voluntad de Dios en todo aquello que vayamos a consultarle, comprobando nuestra sinceridad ante las distintas posibles respuestas que pueda dar el Señor. Es aconsejable ser aquí muy cuidadoso para evitar el silencio de Dios y también para asegurar que sólo Él nos hablará. Si voy a preguntarle algo que no requiera obedecerle, como el parecer sobre alguien, o su opinión acerca de un acontecimiento, también he de prepararme compro­metiéndome a realizar su Voluntad. 
3

Pensar

Contar algo a Dios o interrogarle, razonar una respuesta y detectar la primera idea que se imprima en nuestro intelecto; o bien, la primera moción de la voluntad. Si se puede, CONVIENE MUCHO ESCRIBIR TODA LA CONVERSACIÓN, porque se iluminarán asombrosamente los detalles de las ideas recibidas y mantendremos el recogimiento mucho más tiempo y sin lagunas. La primera moción de la voluntad o idea que aparezca en nuestra mente suele ser la más segura.
Suele ser muy útil preguntarle con frecuencia sobre nuestros asun­tos diarios, por pequeños o simples que parezcan, pues Él no habla solo de religión: dialogar sobre cualquier tema. Se sirve de lo que, más bien, parecen nuestros razonamientos. Conviene recordar además que Dios, de modo habitual, se comu­nica flojo. Puede que no captemos respuesta alguna: deberemos entonces respetar el silencio divino y saber que lo más probable será que nos responda más tarde con obras. Las contestaciones en clave futura o en forma de imágenes o de recuerdos aislados no son fiables. No es recomenda­ble confiar en los sueños. Las respuestas obtenidas al azar no aseguran la certeza.

En este punto, puede ser de gran utilidad el uso de un cuaderno de oración o de nuestro cuaderno de iniciación a la oración que ayuda a llevar a cabo el recogimiento inicial y en el que es posible ir escribiendo las notas a lo largo de sus páginas.

Simplificación errónea: si el pen­samiento es bueno procede de Dios, del demonio si es malo y, si parece indiferente, entonces es mío.

Deducción equivo­cada: distingo lo que me dice Dios porque siempre es lo más costoso o bien inflama el sentimiento. No siempre es de Dios lo sorprendente, difícil, complicado o incluso novedoso.
4

Confiar plenamente

En adelante, confiar plenamente en que esa idea o moción procede de Dios. Al Señor le agrada particularmente el abandono confiado como consecuencia de la seguridad en sus ilu­minaciones. Es difícil que deje de premiarlo con una paz notable y, a menudo, los acontecimientos se preci­pitarán con rapidez hasta ratificar el origen divino de lo transmitido; en especial para los principiantes.

NOTA: La depresión y los trastornos de ánimo o psicológicos pueden hacer más difícil el hecho de obtener certeza respecto de lo que Dios nos imprime en el intelecto; por ejemplo, por el "ruido" enfermizo de una obsesión. En casos así, es posible ofrecer a Dios ese sufrimiento, pedirle ayuda y confiar en él; aunque siguiendo siempre la debida atención médica y compartiendo la oración con un buen director espiritual (por ejemplo, un sacerdote de vida ejemplar) para que, conocedor de esas dolencias, pueda guiar de forma adecuada en la oración. Este último punto, referido a la dirección espiritual, es siempre un recurso de gran valor para cualquier persona.

El silencio de Dios...

Buscando nuestro bien, Dios puede guardar silencio en la oración ante lo siguiente:

• Hipocresía.
• Soberbia.
• Recelo.
• Desobediencia.
• Cabezonería.
• Desconfianza.
• Autosuficiencia.
• Maldad.
• Persistencia en el pecado.
O bien:
• Pruebas de Fe o de virtud.
• Responder más tarde, sirviéndose de algo o de alguien.

Y normalmente, Dios se abre en la oración ante lo siguiente:

• Humildad.
• Infancia espiritual.
• Confianza y abandono en Dios.
• Entrega.
• Sacrificio personal.
• Esfuerzo y perseverancia.
• Pureza de intención.
• Profunda devoción eucarística.
• Búsqueda sincera de Dios.

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Como hacer oración

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